Miguel Valeriano

Moralidad Periodística

IN MEMORIAM

Lic. Miguel Antonio Valeriano
Abogado y Periodista
1898-1952

Miguel Valeriano

Premio Alejandro Castro (p),
Asociación de Prensa Hondureña, 25 de Mayo de 1952

Editor de los semanarios
«Juventud Liberal», «Rojo y Blanco» y «La Coalición»
Jefe de Redacción, Diario El Norte
Director, Diario El Norte
Jefe de Redacción, Diario El Pueblo.

Lic. Miguel Antonio Valeriano Salgado. Nacido en Tegucigalpa, Honduras, se educó en esa capital y después en Los Angeles, California. Es abogado hondureño y habla muy bien el idioma inglés. Ha sido Juez de Paz de lo Criminal, Oficial Mayor del Ministerio de Gobernación y Justicia, Jefe de las secciones de Justicia e Intendencia del Ministerio de Guerra y Marina, Canciller del Consulado de Honduras en Los Angeles, colaborador de la Subsecretaría de Relaciones Exteriores y Subsecretario de Estado en el Despacho de Gobernación y Justicia. Actualmente desempeña el puesto de Secretario de la Comandancia de Armas de P. Cortés. (Tomado de «Propaganda Pro Honduras», compilada y editada por «The Pan American Publicity Corporation».) Su esposa: Profa. Clara Velásquez Valladares; Su hija: Dra. Hada Isabel Valeriano Velásquez.


Mi abuelo tenía 23 años cuando redactó y publicó este artículo tomado de «Honduras en la primera centuria: Nuestra vida política, diplomática, militar y cultural de los primeros cien años, 1821-1921», por Catarino Castro S. Tipo-Litografía y Fotograbados Nacionales, Tegucigalpa, 1921.

MORALIDAD PERIODISTICA

La prensa periódica da el reflejo más vivo de la cultura de un pueblo. La prensa austera, franca, leal, aquella que no adula ni denigra, que no injuria ni calumnia, es propia sólo de las democracias puras. La que dobla la rodilla e inclina la cerviz ante el tirano, la que cambia de opinión ante la sonrisa del oro, la que claudica e insulta, la que abandona el severo lenguaje de la verdad y la cultura para adoptar los vocablos de prostíbulo, es únicamente propia de las sociedades roídas por el virus de la degeneración y el interés rastrero.

Pueblo sin periodismo independiente, es pueblo sin luz, próximo al naufragio. Partido Político con prensa sin cultura, es organismo social próximo a extinguirse, víctima de la impotencia que lo enerva.

En la presente campaña, cierta prensa política portavoz de un grupo partidarista, olvidándose lastimosamente de las reglas del periodismo moderno, ha dejado exhibir en sus columnas improperios que no han servido más que para desacreditar la causa que defiende.

La palabra culta, la expresión cordial, la discusión serena, el análisis imparcial y el debate sin apasionamiento alguno, redunda siempre en provecho de la causa, porque sólo se vence, convenciendo, y sólo se convence discutiendo desde la tribuna del decoro.

Por el honor de la patria y por respeto a si mismos, los periódicos que lidian en la campaña actual debían descartar toda palabra hiriente y descompuesta. Debían dejar el incensario y convertir la pluma, ya en espada para cortar de un tajo los vicios de la sociedad, o ya en buril para esculpir los bustos de los héroes verdaderos.

El periodismo—dice Eugenio M. de Hostos—está de continuo expuesto a una inmoralidad involuntaria y a otra voluntaria; a la inmoralidad involuntaria, cuando por fanatismo político, científico o religioso, se pone en abierta oposición con la verdad y la justicia; a la inmoralidad voluntaria, cuando vende lo que piensa, piensa por cuanto lo compran, y convierte el sacerdocio de que es digno representante, en infame granjería.

El mayor empeño del cuerpo de redacción actual de este semanario será el de tratar—a toda costa—de que este vocero de la juventud libre de Honduras responda su misión, no permitiendo que por sus columnas pasen las expresiones cobardes y ridículas que llevan por mira injuriar, calumniar o denigrar personalidades.

Su consigna es luchar. Luchar paladinamente al lado de las instituciones democráticas sosteniendo siempre en alto el gonfalón de la dignidad y del honor.

Ama la paz; ama el progreso; ama la libertad individual y colectiva y en defensa de esos sagrados intereses levantará siempre su verbo, quizás poco elocuente, pero siempre sincero.

No descenderá hasta la sima donde campean las pasiones egoístas y las ideas malsanas. No lidiará al lado de las causas que buscan con el triunfo la vindicación de pasiones inmorales. No olvidará el respeto que debe a las instituciones y a las autoridades constituidas. Ni encarnará rencores. Ni buscará intereses.

Como todo buen paladín, acogerá en sus columnas todas aquellas ideas que tiendan a dignificar a nuestra augusta patria; y aquellas que se enlacen inconmovibles, en como pedestales de granito, sosteniendo siempre incólumes las esperanzas de nuestros mártires desaparecidos que querían ver flamear sobre toda cumbre istmeña la bandera gloriosa que trémula cayera, destrozada—pero jamás vencida—con el mártir del cuarentidós.

He aquí el derrotero de Juventud Liberal.

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